Centro Cultural Tikvah

Luz para mi Camino

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Nosotros priorizamos el crecimiento personal de cada individuo, por esta razón, ofrecemos una educación de calidad con valores cristianos.
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- 1 Foto digital ACTUAL del Alumno y Padres (tutores)
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07Mar

Hechos 5:17–42

17 El jefe de los sacerdotes y todos los saduceos que lo acompañaban sintieron mucha envidia de los após- toles. 18 Por eso mandaron que los arrestaran y los pusieran en la cárcel de la ciudad. 19 Pero en la noche un ángel del Señor se les apareció, abrió las puertas de la cárcel, y los liberó. Luego les dijo: 20 «Vayan al templo y compartan con la gente el mensaje de salvación.» 21 Ya estaba por amanecer cuando los apóstoles llega- ron frente al templo y empezaron a hablarle a la gente. Mientras tanto, el jefe de los sacerdotes y sus ayu- dantes reunieron a toda la Junta Suprema y a los líderes del pueblo. Después mandaron traer a los apósto- les, 22 pero los guardias llegaron a la cárcel y no los encontraron. Así que regresaron y dijeron: 23 «La cárcel estaba bien cerrada, y los soldados vigilaban las entradas, pero cuando abrimos la celda no encontramos a nadie.» 24 Cuando el jefe de los guardias del templo y los sacerdotes principales oyeron eso, no sabían qué pensar, y ni siquiera podían imaginarse lo que había sucedido. 25 De pronto, llegó alguien y dijo: «¡Los hom- bres que ustedes encerraron en la cárcel están frente al templo, hablándole a la gente!» 26 Entonces el jefe de los guardias y sus ayudantes fueron y arrestaron de nuevo a los apóstoles; pero no los maltrataron, porque tenían miedo de que la gente se enojara y los apedreara. 27 Cuando llegaron ante la Junta Suprema, el jefe de los sacerdotes les dijo: 28 —Ya les habíamos advertido que no enseñaran más acerca de ese hombre Jesús, pero no nos obedecieron. A todos en Jerusalén les han hablado de Jesús, y hasta nos acusan a nosotros de haberlo matado. 29 Pedro y los demás apóstoles respondieron: —Nosotros primero obedecemos a Dios, y después a los humanos. 30 Ustedes mataron a Jesús en una cruz, pero el Dios a quien adoraron nuestros antepasados lo resucitó. 31 Dios ha hecho que Jesús se siente a la derecha de su trono, y lo ha nombrado Jefe y Salvador, para que el pueblo de Israel deje de pecar y Dios le perdone sus pecados. 32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo. Porque Dios da su Espíritu Santo a todos los que lo obe- decen. 33 La Junta Suprema los escuchó, y sus miembros se enojaron tanto que querían matarlos. 34 Pero un fariseo llamado Gamaliel ordenó que sacaran a los apóstoles por un momento. Gamaliel era maestro de la Ley, y los judíos lo respetaban mucho, 35 así que les dijo a sus compañeros: —Israelitas, piensen bien lo que van a hacer con estos hombres. 36 Recuerden que hace algún tiempo apareció un hombre llamado Teudas, quien se creía muy importante, y como cuatrocientos hombres creyeron en él. Luego alguien lo mató, y todos sus seguidores huyeron, y no se volvió a hablar de él. 37 Después apareció un tal Judas, de la región de Galilea, y muchos le hicieron caso. Eso fue en los días en que se estaba haciendo la lista de todos los habitantes de Israel. A ése también lo mataron, y sus seguidores huyeron. 38 »En este caso, yo les acon- sejo que dejen en libertad a estos hombres, y que no se preocupen. Si lo que están haciendo lo planearon ellos mismos, esto no durará mucho. 39 Pero si es un plan de Dios, nada ni nadie podrá detenerlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios.» A todos les pareció bueno el consejo, 40 así que enseguida mandaron traer a los apóstoles, y ordenaron que los azotaran en la espalda con un látigo. Luego les prohibieron hablar de Jesús, y los dejaron en libertad. 41 Y los apóstoles salieron de allí muy contentos, porque Dios les había permitido sufrir por obedecer a Jesús. 42 Los seguidores de Jesús iban al templo todos los días, y también se reunían en las casas. Los apóstoles, por su parte, no dejaban de enseñar y de anunciar la buena noticia acerca de Jesús, el rey elegido por Dios.

Observa

El sumo sacerdote y sus adeptos se llenan de celos y encarcelan a los apóstoles. Sin embargo, un ángel abre las puertas de la cárcel y les indica que den testimonio de la salvación que recibie- ron. Los apóstoles enseñan en los atrios del tem- plo, proclamando a Jesús como el Mesías. Los guardias los llevan ante el Sanedrín y el sumo sa- cerdote los condena por predicar. Sin embargo, ellos responden con audacia: deben obedecer a Dios antes que a las personas. Las autoridades religiosas enfurecidas quieren matarlos, pero Gamaliel los convence de no hacerlo. Los azotan y les dicen que no hablen de Jesús. Se van felices porque fueron considerados dignos de sufrir por Cristo y continúan predicando el evangelio.

Reflexiona

Los apóstoles estuvieron dispuestos a arriesgar su vida y soportar el sufrimiento por el nombre de Jesús porque supieron cuánto Él los amó. No podemos evitar responder al amor cuando alguien nos ama de verdad. Viviremos gustosa- mente por Jesús vidas sacrificadas, alentender cuánto nos ama Aquel que sufrió y murió por nosotros.

Aplica

¿Ves el sufrimiento por Cristo como un privilegio o un problema? ¿Qué es lo que más temes cuando se trata de compartir el evangelio?

Ora

Padre, ayúdame a temerte a Ti y no a las personas. Permite que Tu amor por mí me impulse a vivir una vida digna del llamado que he recibido. En el nombre de Jesús, amén.

07Feb

Hechos 5:1–16

1 Algo muy diferente pasó con un hombre llamado Ananías. Este hombre y su esposa, que se llamaba Safira, se pusieron de acuerdo y vendieron un terreno, 2 pero se quedaron con parte del dinero de la venta. El resto se lo entregaron a los após- toles. 3 Entonces Pedro le dijo a Ananías: —¿Por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que podrías engañar al Espíritu Santo, y te quedaste con parte del dinero. 4 Antes de vender el terreno, era todo tuyo y de tu esposa. Y cuando lo vendiste, todo el dinero también era de ustedes. ¿Por qué lo hiciste? No nos has mentido a nosotros, sino a Dios.5-6 Al oír esto, Ananías cayó muerto allí mismo. Entonces unos muchachos envol- vieron el cuerpo de Ananías y lo llevaron a enterrar. Y todos los que estaban en ese lugar sintieron mucho miedo.7 Como tres horas más tarde llegó Safira, sin saber lo que había pasado. 8 Entonces Pedro le preguntó: —Dime, ¿vendieron ustedes el terreno en este precio? —Así es —respondió ella—. Ése fue el precio. Entonces Pedro le dijo: 9 —¿Por qué se pusieron de acuerdo para engañar al Espíritu del Señor? Mira, ahí vienen los mucha- chos que acaban de enterrar a tu esposo, y ellos mismos te enterrarán a ti.10 Al instante, Safira cayó muerta, así que los muchachos entraron y se la llevaron para enterrarla junto a su esposo. 11 Todos los que pertenecían a la iglesia, y todos los que se enteraron de lo sucedido, sintieron mucho miedo.12 Por medio de los apóstoles, Dios seguía haciendo milagros y señales maravillo- sas entre la gente. Todos los días, los seguidores de Jesús se reunían en el Portón de Salomón, 13 y aunque los que no eran del grupo no se atrevían a acercarse, todo el mundo los respetaba y hablaba bien de ellos.14 Cada día se agregaban al grupo más hombres y mujeres que creían en Jesús. 15 La gente sacaba a los enfermos en camas y en camillas, y los ponía en las calles por donde Pedro iba a pasar, con la esperanza de que por lo menos su sombra cayera sobre alguno y lo sanara.16 Mucha gente de los pueblos cercanos a Jerusalén también llevaba enfermos y gente con espíritus malos, y todos eran sanados.

Observa

Ananías y Safira se quedan con una parte de las ganancias de la venta de su propiedad y ofrecen el resto a los apóstoles. Su corazón está lleno de engaño, aunque sus acciones parez- can generosas. Mienten, actuando como si no hubieran guardado nada para sí mismos. Mueren instantánea- mente por su deshonestidad. Un gran temor se apodera de toda la iglesia y de quienes se enteran. Mientras tan- to, los apóstoles realizan muchos mi- lagros y cada vez más personas creen en Jesús. Así, se forman multitudes, cuando la gente lleva enfermos y atormentados por espíritus malignos a los apóstoles, y todos son sanados.

Reflexiona

Ananías y Safira murieron porque mintieron so- bre el monto de su ofrenda, quizás motivados por el deseo de quedar bien frente a los demás. Esto nos recuerda que al Señor le importa más lo que está dentro de nuestro corazón que las apa- riencias. Pidámosle al Espíritu Santo que revele cualquier motivación pecaminosa que podamos tener y purifique nuestro corazón, para ofrecer nuestra vida entera en adoración gozosa al Señor.

Aplica

¿Has hecho buenas obras por interés propio? ¿Revisa si hay motivos impuros al servir al Señor?

Ora

Padre, confieso que muchas veces quiero que la gen- te piense bien de mí más de lo que te temo. Ayúda- me a amarte por encima de todo. En el nombre de Jesús, amén.

07Jan

Hechos 4:13–22

13 Todos los de la Junta Suprema se sorprendieron de oír a Pedro y a Juan hablar sin ningún temor, a pesar de que eran hombres sencillos y de poca educación. Se dieron cuenta entonces de que ellos habían andado con Jesús. 14 Y no podían acusarlos de nada porque allí, de pie junto a ellos, estaba el hombre que había sido sanado.15 Los de la Junta ordenaron sacar de la sala a los acusados, y se pusieron a discutir entre ellos. 16 «¿Qué vamos a hacer?», se decían. «No podemos acusarlos de men- tirosos, pues lo que hicieron por ese hombre es realmente un milagro, y todos en Jerusalén lo saben.»Otros decían: 17 «Debemos impedir que lo sepa más gente. Tenemos que amena- zarlos para que dejen de hablar del poder de Jesús.»18 Así que los llamaron y les ordenaron: —No le digan a nadie lo que ha pasado, y dejen de enseñar a la gente acerca del poder de Jesús.19 Pero Pedro y Juan les respondieron: —Dígannos, entonces: ¿debemos obede- cerlos a ustedes antes que a Dios? 20 ¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído!21-22 Los jefes de la Junta Suprema les advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.

Observa

Los líderes religiosos ven la valentía de Pedro y Juan y notan que estuvieron con Jesús. Están asombrados porque estos hombres común y corrientes y sin educación tienen el poder de realizar milagros, y las noticias se difunden rápi- damente. Los líderes prohíben que Pedro y Juan hablen y enseñen acerca de Jesús, en un intento por evitar que las buenas nuevas se propaguen más. Sin embargo, se niegan porque quieren ha- cer lo correcto ante los ojos de Dios. Los líderes religiosos dejan ir a Pedro y Juan, porque no pue- den ponerse de acuerdo sobre cómo castigarlos, ya que la gente alaba a Dios, por la curación milagrosa del cojo.

Reflexiona

A lo largo de la historia del cristianismo, ha habido innumerables intentos de detener la propagación del evangelio. Pero Dios es soberano e imparable. De hecho, la persecución solo ha servido para fortalecer la fe de los creyentes y difundir más el evangelio. ¡Pidámosle a Dios que nos sostenga, cuando enfrentemos persecución por causa de nuestra fe,y use para Su gloria la situación para llevar a muchos a la fe redentora!

Aplica

¿Por qué crees que el sufrimiento fortalece nuestra fe en lugar de debilitarla? ¿Cómo puedes orar por los creyentes que sufren a causa de su fe?

Ora

Querido Dios, exalto a quienes sufren a causa de su fe. Permite que ellos conozcan aún más Tu presencia, con- suelo y fortaleza en su sufrimiento. En el nombre de Jesús, amén.

07Dec

Hechos 4:1–12

1 Pedro y Juan estaban hablando todavía con la gente cuando se acercaron algunos sacerdotes y saduceos, y el jefe de los guardias del templo. 2 Estaban muy enojados porque Pedro y Juan enseñaban que los muertos podían resucitar, así como Jesús había sido resucitado. 3 Entonces apresaron a Pedro y a Juan; pero como ya estaba anocheciendo, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente.4 Sin embargo, al escuchar el mensaje que daban los apóstoles, muchos creyeron en Jesús. Ese mismo día, el grupo de los seguidores de Jesús llegó como a cinco mil personas.5 Al día siguiente, la Junta Suprema se reunió en Jerusalén. En la Junta estaban los líderes del país, con sus consejeros y los maestros de la Ley. 6 Allí estaba Anás, que era el jefe de los sacerdotes, junto con Caifás, Juan, Alejandro y los otros sacerdotes principales. 7 Pedro y Juan fueron llevados a la presencia de todos ellos, los cuales empezaron a preguntarles: —¿Quién les ha dado permiso para enseñar a la gente? ¿Quién les dio poder para hacer milagros?8 Entonces Pedro, lleno del poder del Espíritu Santo, les dijo a los líderes y a sus consejeros:—Señores, 9 ustedes nos preguntan acerca del hombre que estaba enfermo, y que ahora está sano. 10 Ustedes y toda la gente de Israel deben saber que este hombre está aquí, completamente sano, gracias al poder de Jesús de Nazaret, el Mesías. Ustedes ordenaron que a Jesús lo mataran en una cruz, pero Dios lo ha resucitado. 11 Ustedes han actuado como los constructores que recha- zaron una piedra, y luego resultó que esa piedra llegó a ser la piedra principal que sostiene todo el edificio. 12 Sólo Jesús tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él tiene poder para salvarnos.

Observa

Pedro y Juan predican sobre la resurrección de Jesús. Los sa- cerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos están muy perturbados por su enseñanza y los echan en la cárcel. Pero muchos de los que oyen el mensaje creen, y así el número de creyentes crece a unos cinco mil. Al día siguiente, los líderes religiosos se reúnen en Jerusalén, junto con Anás, el sumo sacerdote, y otros miembros de la familia sacerdotal. Les preguntan a Pedro y a Juan con qué poder sanan a los enfermos y hacen milagros. Pedro, lleno del Espíritu Santo, proclama audazmente a Jesús de Nazaret, a quien ellos re- chazaron y crucificaron, pero que Dios resucitó de entre los muertos. La salvación se encuentra solo en Jesucristo.

Reflexiona

No hay nadie como Jesús. Él murió por nuestros pecados para que pudiéramos ser perdonados y nuestra relación con Dios restaurada. Esta es la buena noticia que estamos llama- dos a compartir con el mundo. Se nos dio el Espíritu Santo para ayudarnos a comunicar la verdad con denuedo. Pode- mos compartir con alegría y acción de gracias quién es Jesús y lo que Él hizo por nosotros, a medida que confiemos en el Espíritu Santo y le pidamos que nos guíe.

Aplica

¿Quién compartió primero las buenas nuevas del evangelio contigo? ¿Cómo te guía el Espíritu Santo a compartir el evangelio, y con quién?

Ora

Querido Jesús, gracias por el privilegio de compartir el evangelio. Fortaléceme para que no tema a la gente sino que proclame con valentía Tu nombre. Oro en Tu nombre, amén.


07Nov

Hechos 2:22–36

22 »Escúchenme bien, porque voy a hablarles de Jesús, el que vivía en Nazaret. Todos nosotros sabemos que Dios lo envió. También sabemos que Dios le dio grandes poderes, porque lo vimos hacer grandes maravillas y señales.23 »Desde el principio, Dios había decidido que Jesús sufriera, y que fuera entre- gado a sus enemigos. Ustedes lo ataron y lo entregaron a los romanos, para que lo mataran. 24 ¡Pero Dios hizo que Jesús resucitara! ¡Y es que la muerte no tenía ningún poder sobre él! 25 Hace mucho tiempo, el rey David dijo lo siguiente acer- ca de Jesús: “Yo siempre te tengo presente; si tú estás a mi lado, nada me hará caer. 26 Por eso estoy muy contento, por eso canto de alegría, por eso vivo confiado.27 ”¡Tú no me dejarás morir ni me abandonarás en el sepulcro, pues soy tu fiel servidor!28 Tú me enseñaste a vivir como a ti te gusta. Contigo a mi lado soy verdaderamen- te feliz.”29 »Amigos israelitas, hablemos claro. Cuando David murió, fue enterrado, y todos sabemos dónde está su tumba. 30 Y como David era profeta, Dios le prometió que un familiar suyo sería rey de Israel.31 »David sabía que Dios cumpliría su promesa. Por eso dijo que el Mesías no mori- ría para siempre, sino que resucitaría. 32 Todos nosotros somos testigos de que Dios resucitó a Jesús, 33 y de que luego lo llevó al cielo y lo sentó a su derecha.»Dios le dio a Jesús el Espíritu Santo. Y ahora Jesús nos ha dado ese mismo Espíritu, pues nos lo había prometido. ¡Y esto es lo que ustedes están viendo y oyendo!34 »Sabemos que quien subió al cielo no fue David, pues él mismo dice: “Dios le dijo a mi Señor el Mesías: ‘Siéntate a la derecha de mi trono 35 hasta que yo derro- te a tus enemigos.’”36 »Israelitas, ustedes tienen que reconocer, de una vez por todas, que a este mismo Jesús, a quien ustedes mataron en una cruz, Dios le ha dado poder y autoridad sobre toda la humanidad.»

Observa

El apóstol Pedro predica su primer sermón a sus hermanos israelitas. Ex- plica que la muerte y la resurrección de Jesús no fueron eventos aleato- rios, sino que fueron planeados por Dios para salvar a la humanidad de las consecuencias mortales del pecado Pedro muestra que Dios le cumplió Su promesa a David de que el Mesías vendría de su linaje familiar, al citar la profecía de David y el testimonio del Salmo 16 y el Salmo 110. ¡Pedro proclama audazmente que Jesús es el Mesías a quien ellos rechazaron y crucificaron, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y trajo la salvación al mundo!

Reflexiona

Nuestro pecado nos separó de Dios, pero Él en Su misericordia y amor preparó un plan eterno para nuestra salvación, para que nuestra relación con Él fuera restaurada. Dios envió a su único Hijo a morir en nuestro lugar; fue nuestro pecado lo que mantuvo a Jesús en la cruz. ¡Que toda gloria y alabanza sea para Jesús quien venció el pecado y la muerte!

Aplica

¿Cómo te ofrece esperanza el plan de salvación de Dios? ¿Cómo puedes alabarle hoy?

Ora

Dios Padre, gracias por enviar a Tu Hijo Jesús a morir por mi pecado, para tener vida eterna junto a Ti. En el nombre de Jesús, amén.

07Oct

Hechos 2:1–13

1 El día de la fiesta de Pentecostés, los seguidores de Jesús estaban reunidos en un mismo lugar. 2 De pronto, oyeron un ruido muy fuerte que venía del cielo. Parecía el estruendo de una tormenta, y retumbó por todo el salón. 3 Luego vieron que algo parecido a llamas de fuego se colocaba sobre cada uno de ellos. 4 Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos ellos, y enseguida empezaron a hablar en otros idiomas. Cada uno hablaba según lo que el Espíritu Santo le indicaba.5 En aquel tiempo, muchos judíos que amaban a Dios estaban de visita en Jerusalén. Habían llegado de todas las regiones del Imperio Romano. 6 Al oír el ruido, muchos de ellos se acercaron al salón, y se sorprendieron de que podían entender lo que decían los seguidores de Jesús. 7 Estaban tan admirados que se decían unos a otros:«Pero estos que están hablando, ¿acaso no son de la región de Galilea? 8 ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestro propio idioma? 9 Los que estamos aquí somos de diferentes países. Algunos somos de Partia, Media y Elam. Otros vinimos de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, 10 Frigia, Panfilia y Egipto, y de las regiones de Libia cercanas al pueblo de Cirene. Muchos han venido de Roma, otros han viajado desde la isla de Creta y desde la península de Arabia. 11-12 Algunos somos judíos de nacimiento, y otros nos hemos convertido a la religión judía. ¡Es increíble que los oigamos hablar, en nuestro propio idioma, de las maravillas de Dios!» Y no salían de su asombro, ni dejaban de preguntarse: «¿Y esto qué significa?»13 Pero algunos comenzaron a burlarse de los apóstoles, y los acusaban de estar borrachos.

Observa

Es el día de Pentecostés, la fiesta de la cosecha, y los creyentes están reunidos en un solo lugar. De repente, lo que suena como una ráfaga de viento violento viene del cielo y llena toda la casa. ¡Lo que parecen lenguas de fuego reposan sobre cada uno de los creyentes que son llenos del Espíritu Santo y comienzan a hablar en otros idiomas! Los judíos temerosos de Dios de mu- chos países están reunidos en Jerusalén, y cada uno escucha hablar su propio lenguaje. Quedan asombrados porque saben que los creyentes son galileos que no saben hablar otros idiomas. Los espectadores quedan asombrados, se hacen preguntas sobre lo que está pasando; otros son despectivos y dicen que es exceso de vino.

Reflexiona

Recibimos el don del Espíritu Santo, que es Dios, cuando depositamos nuestra confianza en Jesús. Podemos confiar en Él para que nos dé fuerza para vivir una vida santa como nuestra nueva naturaleza como hijos de Dios. Él produce frutos espirituales en nosotros como el amor,el gozo, la paz, la paciencia, la benig- nidad, la bondad, la fe, la mansedum- bre y el dominio propio (Gál. 5:22–23). ¡Es verdaderamente asombroso que el Espíritu de Dios viva en nosotros!

Aplica

Si eres cristiano, el Espíritu Santo mora en ti. ¿Qué fruto ves que el Espíritu Santo da en tu vida?

Ora

Espíritu Santo, ayúdame a vivir una vida que confíe en Cristo. Abre mis ojos, para que pueda crecer en mi comprensión de la Palabra de Dios. Guíame por tus caminos. En el nom- bre de Jesús, amén.

07Sep

Hechos 1:12–26

12-13 Los apóstoles que vieron a Jesús subir al cielo eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Celote y Judas el hijo de Santiago. Todos ellos se alejaron del Monte de los Olivos y cami- naron como un kilómetro, hasta llegar de nuevo a Jerusalén. Cuando llegaron a la casa donde se estaban quedando, subieron a su cuarto. 14-15 Estos seguidores de Jesús eran un grupo muy unido, y siempre oraban juntos. Con ellos se reunían los hermanos de Jesús y algunas mujeres, entre las que se encontraba María, la madre de Jesús. Todos los de este grupo eran como ciento veinte personas. Un día en que todos ellos estaban juntos, Pedro se levantó de pronto y les dijo: 16 «Queridos amigos, todos sabemos que a Jesús lo arrestaron porque Judas llevó a los enemi- gos de Jesús hasta donde él estaba. Eso ya lo había anunciado el Espíritu Santo por medio de David. Así lo dice la Biblia, y así sucedió.17 »No hay que olvidar que Judas era uno de los nuestros, y que trabajaba con nosotros. 18 Cuando traicionó a Jesús, con el dinero que le dieron fue y compró un terreno. Pero luego se cayó de cabeza y se estrelló contra el suelo. 19 Todos en Jerusalén lo supieron y, desde entonces, ese lugar se conoce como “Campo de sangre”. 20 Ahora tiene que cumplirse lo que se dice en el libro de los Salmos: “¡Que su casa se quede vacía! ¡Que nadie viva en ella! ¡Que otro haga su trabajo!”21-22 »Por eso, otro tiene que ocupar el lugar de Judas, para que junto con nosotros anuncie a todo el mundo que Jesús resucitó. Tiene que ser alguien que, desde el principio, haya andado con Jesús y con nosotros; alguien que lo haya conocido desde que Juan lo bautizó hasta el día en que subió al cielo.»23 Los candidatos presentados para ocupar el puesto de Judas fueron dos. Uno de ellos se llamaba José Barsabás, más conocido como «el Justo», y el otro se llamaba Matías. 24 Luego todos oraron: «Señor, tú sabes lo que nosotros pensamos y sen- timos. Por eso, te rogamos que nos muestres cuál de estos dos 25 debe hacer el trabajo que a Judas le correspondía.»26 Después de eso se hizo un sorteo, y Matías resultó elegido. Desde ese día, Matías se agregó al grupo de los apóstoles.

Observa

Los apóstoles regresan a Jerusalén, donde se les unen las mu- jeres, María, la madre de Jesús, y sus hermanos. El grupo se reúne en constante oración. Pedro se dirige a sus hermanos y hermanas en Cristo, acerca de buscar un reemplazo para Judas, quien traicionó a Jesús y ahora está muerto. Establece algunos requisitos para el reemplazo del apóstol: debe ha- ber estado con el grupo todo el tiempo que Jesús estuvo con ellos, desde el bautismo de Juan hasta la ascensión al cielo. Esto es importante porque el apóstol debe ser testigo de la resurrección de Jesús. Barsabás y Matías son nominados, y el grupo encomienda el proceso de selección al Señor en ora- ción. Se echan suertes y Matías se une a los once apóstoles.

Reflexiona

La oración revela una postura de dependencia: muestra que necesitamos a Dios y que lo reconocemos como el Señor de nuestra vida. La oración se puede describir como una con- versación con Dios. Hablamos con Él y luego nos detenemos a escuchar lo que tiene que decirnos, muchas veces a través de Su Palabra. Orar junto con otros hermanos y hermanas en la fe nos acerca a Dios y en unidad unos con otros. ¡Llevemos todo a Dios en oración!

Aplica

Habla con Dios a medida que avances en tu día. Podría ser una breve oración de alabanza, como “¡Gracias Dios por el clima!” o una oración más larga, detallando una situación y pidiendo ayuda.

Ora

Señor Jesús, gracias por el maravilloso regalo de la oración. Abre mi corazón y ayúdame a escuchar lo que tienes que decirme. Sobre todo, acércame a Ti. Oro en Tu nombre, amén.

07Aug

Lamentaciones 5:1–14

1 Dios mío, fíjate en nuestra desgracia; date cuenta de que nos ofenden.2 Nuestras tierras y nuestra patria han caído en manos de extranjeros.3 Nos hemos quedado sin padre; nuestras madres han quedado viudas. 4 ¡Hasta el agua y la leña tenemos que pagarlas!5 El enemigo nos persigue. Nos tiene acorralados.6 ¡A nuestros peores enemigos, tenemos que pedirles alimento!7 Pecaron nuestros antepasados, ¡y Dios nos castigó a nosotros!8 Los esclavos se creen reyes, ¡y no podemos librarnos de ellos!9 Para conseguir alimentos, arriesgamos la vida en el desierto.10 Tanta es el hambre que tenemos que hasta deliramos.11 En todas nuestras ciudades violaron a nuestras mujeres.12 No respetaron a nuestros jefes; ¡los colgaron de las manos!13 Nuestros jóvenes y niños cargan leña como esclavos.14 Ya los jóvenes no cantan ni se reúnen los ancianos.

Observa

Jeremías le pide a Dios que recuerde lo que le pasó a Su pueblo. Enumera todo lo terrible. El pueblo perdió su herencia, la Tierra Prometida y sus hoga- res fueron entregados a extranjeros. Murieron los padres y maridos. No tienen los elementos esencia- les para la supervivencia, como el agua y la madera. Dependen de otras naciones para obtener alimen- tos y arriesgan su vida para obtenerlos. La gente es perseguida implacablemente por sus opresores, y las violaciones y asesinatos abundan en las calles de Sión. Los ancianos no son respetados, y los ni- ños y jóvenes son quebrantados bajo el peso de su duro trabajo. Se han ido los ancianos de las puertas de la ciudad, y la música y la risa ya no existen.

Reflexiona

No fue porque Dios se olvidara y necesitara que Jeremías le recordara, más bien, este profundo grito de angustia mostró que Jeremías y el pueblo entendieron que su única esperanza de rescate y restauración era Dios. Él no restauró a Israel por- que fueran buenos, sino porque fueron Su pueblo del pacto. De la misma manera, Diosresponde a nuestros gritos de angus- tia y nos rescata por la relación que te- nemos con Él a través de la fe en Jesús.

Aplica

¿A quién recurres en busca de ayuda en los tiempos de dificultad? ¿Cómo puedes estar seguro/a de que Dios responderá?

07Jul

Lamentaciones 4:11–22

11 El enojo de Dios fue tan grande que ya no pudo contenerse; le prendió fuego aJerusalén y la destruyó por completo.12 ¡Terminaron entrando a la ciudad los enemigos de Jerusalén! ¡Nadie en el mundo se imaginaba que esto pudiera ocurrir!13 Injustamente ha muerto gente a manos de profetas y sacerdotes. Dios castigó a Jerusalén por este grave pecado.14 Juntos andan esos asesinos como ciegos por las calles. Tienen las manos llenas de sangre; ¡nadie se atreve a tocarlos!15 En todas partes les gritan: «¡Fuera de aquí, vagabundos! ¡No se atrevan a tocarnos! ¡No pueden quedarse a vivir aquí!»16 Rechazados por Dios, los líderes y sacerdotes vagan por el mundo. ¡Dios se olvi- dó de ellos!17 Una falsa esperanza tenemos: que un pueblo venga a salvarnos; pero nuestros ojos están cansados. ¡Nadie vendrá en nuestra ayuda!18 Se acerca nuestro fin. No podemos andar libremente, pues por todas partes nos vigilan; ¡nuestros días están contados!19 Aun más veloces que las águilas son nuestros enemigos. Por las montañas y por el desierto nos persiguen sin descanso.20 La sombra que nos protegía era nuestro rey; Dios mismo nos lo había dado. ¡Pero hasta él cayó prisionero!21 Esto mismo lo sufrirás tú, que te crees la reina del desierto. Puedes reírte ahora, ciudad de Edom, ¡pero un día te quedarás desnuda!22 No volverá Dios a castigarte, bella ciudad de Jerusalén, pues ya se ha cumplido tu castigo. Pero a ti, ciudad de Edom, Dios te castigará por tus pecados.

Observa

El Señor descargó Su ira y juicio sobre Su pueblo. Nadie pensó que la ciudad de Dios, Jerusalén, podría ser ataca- da, pero ocurrió debido a la maldad de Su propio pueblo. Los profetas y sacerdotes de Israel, cuyo trabajo era purificar al pueblo, fueron rechaza- dos e impuros; Ya no son honrados ni respetados. Israel buscó ayuda de otras naciones, pero fue en vano, sus enemigos fueron demasiado rápidos y fuertes. Edom no se regocijará por la caída de Jerusalén por mucho tiem- po; su sufrimiento pasará a Edom, y Dios la castigará por su pecado. Por el contrario, el sufrimiento del pueblo de Dios llegará a su fin.

Reflexiona

Seguramente enfrentaremos situaciones y ba- tallas espirituales que parecerán abrumadoras. Dependamos completamente de Dios, en esos momentos, en lugar de tratar de resolver el pro- blema solos o de buscar otras salidas. Él nos dará lo que necesitemos para luchar y vencer.

Aplica

¿En qué áreas de tu vida necesitas hoy la ayuda de Dios? ¿Cómo te guía Dios para que confíes en Él?

Ora

Querido Dios, Tú eres mi ayuda en los tiempos de angustia. Permite que dependa completamente de Ti, confiando en que Tú me salvarás de la angustia. Oro en el nombre de Jesús, amén.

07Jun

Lamentaciones 3:55–66

55 En la profundidad de ese pozo te pedí ayuda, Dios mío, 56 y tú atendiste mis ruegos; ¡escuchaste mi oración! 57 Te llamé, y viniste a mí; me dijiste que no tuvie- ra miedo.58 No me negaste tu ayuda, sino que me salvaste la vida. 59 Dios mío, ¡ayúdame! Mira el mal que me causaron, 60 mira el mal que piensan hacerme, ¡quieren ven- garse de mí!61 Tú sabes cómo me ofenden; tú sabes que me hacen daño. 62 Tú bien sabes que misenemigossiemprehacenplanescontramí.63 ¡Míralos!Noimportaloquehagan, siempre están burlándose de mí.64-66 ¡Espero que los castigues con toda tu furia! ¡Bórralos de este mundo! Mi Dios, ¡dales su merecido por todo lo que han hecho! ¡Maldícelos y hazlos sufrir!

Observa

El autor invoca al Señor desde un lugar profundo de sufrimiento. El Señor no es indiferente, sino que escucha el clamor del autor y se acerca, diciéndole que no tema. El Señor pelea por él y lo salva de la muerte. Ve todo lo que los enemigos del profeta le han hecho, los insultos y los complots llevados a cabo con venganza. El autor sabe que el Señor ve todas las cosas, y por eso clama y le pide que les pague por lo que hicieron.

Reflexiona

Puede ser difícil creer que Dios escuche nuestro clamor y actúe en nuestro nombre en medio de nuestro sufrimiento. Sin embargo, el autor nos recuerda la verdad: Dios nos escucha y se acerca. Él nunca abandona a sus hijos amados, y pode- mos confiar en que, incluso cuando nada parez- ca haber cambiado, Dios lo vio todo y obrará a nuestro favor. No debemos temer porque Él está cerca.

Aplica

¿Qué te muestra este pasaje acerca del carácter de Dios? ¿Cómo te con- suela esto en medio del sufrimiento?

Ora

Querido Dios, gracias porque puedo confiar en que siempre responderás a mi clamor de ayuda. Consuélame con Tu presencia cuando la vida sea dura. En el nombre de Jesús, amén.

07May

Lamentaciones 3:40–54

40-42 Si pecamos contra Dios, y él no quiere perdonarnos, pensemos en qué lo hemos ofendido. Dirijamos al Dios del cielo nuestras oraciones más sinceras, y corrijamos nuestra conducta.43-44 Una nube envuelve a Dios; no le deja escuchar nuestra oración. Lleno de enojo, Dios nos persigue; nos destruye sin ninguna compasión. 45 Nos ha expuesto ante las naciones como si fuéramos lo peor.46 Fuimos la burla del enemigo. 47 Sufrimos en carne propia los horrores de la des- trucción. 48 Cuando vi destruida mi ciudad no pude contener las lágrimas.49-51 Realmente me duele ver sufrir a las mujeres de Jerusalén. Se me llenan de lágrimas los ojos, pero no hay quien me consuele. ¡Espero que desde el cielo Dios nos mire y nos tenga compasión!52-53 ¡Intentaron matarme, y no sé por qué razón! Mis enemigos me atraparon, me encerraron en un pozo. 54 Estuve a punto de ahogarme; ¡creí que había llegado mi fin!

Observa

El profeta insta a su audiencia a mirarse internamente, exa- minar su corazón y volver humildemente a Dios. Los lleva a confesar que pecaron y que, como consecuencia, sufren a manos de Dios y de sus enemigos. Su situación es terrible; son como escoria y basura entre las naciones, y la gente es destruida. El escritor llora y llora. No se detendrá hasta que el Señor los mire desde el cielo. Recuerda a sus propios ene- migos que le persiguieron y quisieron matarle sin motivo alguno.

Reflexiona

El verdadero arrepentimiento comienza con mirar hacia adentro para ver si todavía vivimos conforme a la voluntad de Dios o nos hemos descarriado. Esto solo puede suceder cuando hemos recibido convencimiento del Espíritu Santo, quien nos hace comprender la gravedad de nuestros peca- dos. Dios promete perdonarnos y restaurarnos al acudir a Él con el corazón quebrantado, porque es lleno de gracia y misericordioso.

Aplica

¿Tienes problemas en tu corazón que el Espíritu Santo te ha estado señalando? Pídele al Señor que te muestre las cosas de las que necesitas arrepentirte.

Ora

Querido Dios, revela las áreas de mi vida que necesitan Tu perdón y restauración. Purifica mi corazón para vivir como Te agrada. En el nombre de Jesús, amén.

07Apr

Lamentaciones 2:18–22

18 Sí, bella Jerusalén, deja que tus habitantes se desahoguen ante Dios. Y tú, nodejes de llorar; ¡da rienda suelta a tu llanto de día y de noche!19 Alza la voz y ruega a Dios por la vida de tus niños, que por falta de comida caen muertos por las calles. Clama a Dios en las noches; cuéntale cómo te sientes.20 Las madres están por comerse a los hijos que tanto aman. Los sacerdotes y los profetas agonizan en tu templo. Piensa por favor, Dios mío, ¿a quién has tratado así?21 En tu enojo les quitaste la vida a los jóvenes y a los ancianos. Mis muchachos y muchachas cayeron muertos por las calles bajo el golpe de la espada; ¡no les tuvis- te compasión!22 Nadie quedó con vida el día que nos castigaste; fue como una gran fiesta para el ejército enemigo: murieron todos mis familiares, ¡nos atacaste por todos lados!

Observa

Se exhorta al pueblo de Jerusalén a clamar a Dios con lágrimas. El autor usa imágenes vívi- das para describir cómo debe ser este tipo de oración: dice que deben desbordar su corazón como agua, lo que significa que sus gemidos deben fluir de forma natural y continua como el agua fluye de un cántaro. Luego, el autor eleva su propia oración con su corazón atribulado ante Dios. No se avergüenza por hacerle preguntas difíciles, ni por confesar su desesperación por el sufrimiento que enfrentó Jerusalén como resul- tado del juicio de Dios.

Reflexiona

Olvidamos a veces que a Dios podemos acudir en oración al enfrentar desafíos abrumadores. Él nos llama a clamarle en esos momentos y a lle- varle nuestras preguntas y dudas más difíciles. Esto se debe a que Dios tiene el control máximo de todas las cosas y Él puede tratar con todos nuestros problemas y cargas. Él escucha nues- tras oraciones y puede proporcionarnos lo que necesitamos para superar lo difícilque enfrentemos en la vida.

Aplica

¿Qué desafío tienes en este momen- to? ¿Cómo puedes llevarlo ante Dios en oración?

Ora

Padre, estoy agradecido/a que siem- pre puedo ser honesto/a contigo. Por favor responde con Tu sabiduría y guía, cuando Te lleve mis preguntas y dudas. En el nombre de Jesús, amén.

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