07 Jan
07Jan

13 Todos los de la Junta Suprema se sorprendieron de oír a Pedro y a Juan hablar sin ningún temor, a pesar de que eran hombres sencillos y de poca educación. Se dieron cuenta entonces de que ellos habían andado con Jesús. 14 Y no podían acusarlos de nada porque allí, de pie junto a ellos, estaba el hombre que había sido sanado.15 Los de la Junta ordenaron sacar de la sala a los acusados, y se pusieron a discutir entre ellos. 16 «¿Qué vamos a hacer?», se decían. «No podemos acusarlos de men- tirosos, pues lo que hicieron por ese hombre es realmente un milagro, y todos en Jerusalén lo saben.»Otros decían: 17 «Debemos impedir que lo sepa más gente. Tenemos que amena- zarlos para que dejen de hablar del poder de Jesús.»18 Así que los llamaron y les ordenaron: —No le digan a nadie lo que ha pasado, y dejen de enseñar a la gente acerca del poder de Jesús.19 Pero Pedro y Juan les respondieron: —Dígannos, entonces: ¿debemos obede- cerlos a ustedes antes que a Dios? 20 ¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído!21-22 Los jefes de la Junta Suprema les advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.

Observa

Los líderes religiosos ven la valentía de Pedro y Juan y notan que estuvieron con Jesús. Están asombrados porque estos hombres común y corrientes y sin educación tienen el poder de realizar milagros, y las noticias se difunden rápi- damente. Los líderes prohíben que Pedro y Juan hablen y enseñen acerca de Jesús, en un intento por evitar que las buenas nuevas se propaguen más. Sin embargo, se niegan porque quieren ha- cer lo correcto ante los ojos de Dios. Los líderes religiosos dejan ir a Pedro y Juan, porque no pue- den ponerse de acuerdo sobre cómo castigarlos, ya que la gente alaba a Dios, por la curación milagrosa del cojo.

Reflexiona

A lo largo de la historia del cristianismo, ha habido innumerables intentos de detener la propagación del evangelio. Pero Dios es soberano e imparable. De hecho, la persecución solo ha servido para fortalecer la fe de los creyentes y difundir más el evangelio. ¡Pidámosle a Dios que nos sostenga, cuando enfrentemos persecución por causa de nuestra fe,y use para Su gloria la situación para llevar a muchos a la fe redentora!

Aplica

¿Por qué crees que el sufrimiento fortalece nuestra fe en lugar de debilitarla? ¿Cómo puedes orar por los creyentes que sufren a causa de su fe?

Ora

Querido Dios, exalto a quienes sufren a causa de su fe. Permite que ellos conozcan aún más Tu presencia, con- suelo y fortaleza en su sufrimiento. En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.