07 Dec
07Dec

1 Pedro y Juan estaban hablando todavía con la gente cuando se acercaron algunos sacerdotes y saduceos, y el jefe de los guardias del templo. 2 Estaban muy enojados porque Pedro y Juan enseñaban que los muertos podían resucitar, así como Jesús había sido resucitado. 3 Entonces apresaron a Pedro y a Juan; pero como ya estaba anocheciendo, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente.4 Sin embargo, al escuchar el mensaje que daban los apóstoles, muchos creyeron en Jesús. Ese mismo día, el grupo de los seguidores de Jesús llegó como a cinco mil personas.5 Al día siguiente, la Junta Suprema se reunió en Jerusalén. En la Junta estaban los líderes del país, con sus consejeros y los maestros de la Ley. 6 Allí estaba Anás, que era el jefe de los sacerdotes, junto con Caifás, Juan, Alejandro y los otros sacerdotes principales. 7 Pedro y Juan fueron llevados a la presencia de todos ellos, los cuales empezaron a preguntarles: —¿Quién les ha dado permiso para enseñar a la gente? ¿Quién les dio poder para hacer milagros?8 Entonces Pedro, lleno del poder del Espíritu Santo, les dijo a los líderes y a sus consejeros:—Señores, 9 ustedes nos preguntan acerca del hombre que estaba enfermo, y que ahora está sano. 10 Ustedes y toda la gente de Israel deben saber que este hombre está aquí, completamente sano, gracias al poder de Jesús de Nazaret, el Mesías. Ustedes ordenaron que a Jesús lo mataran en una cruz, pero Dios lo ha resucitado. 11 Ustedes han actuado como los constructores que recha- zaron una piedra, y luego resultó que esa piedra llegó a ser la piedra principal que sostiene todo el edificio. 12 Sólo Jesús tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él tiene poder para salvarnos.

Observa

Pedro y Juan predican sobre la resurrección de Jesús. Los sa- cerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos están muy perturbados por su enseñanza y los echan en la cárcel. Pero muchos de los que oyen el mensaje creen, y así el número de creyentes crece a unos cinco mil. Al día siguiente, los líderes religiosos se reúnen en Jerusalén, junto con Anás, el sumo sacerdote, y otros miembros de la familia sacerdotal. Les preguntan a Pedro y a Juan con qué poder sanan a los enfermos y hacen milagros. Pedro, lleno del Espíritu Santo, proclama audazmente a Jesús de Nazaret, a quien ellos re- chazaron y crucificaron, pero que Dios resucitó de entre los muertos. La salvación se encuentra solo en Jesucristo.

Reflexiona

No hay nadie como Jesús. Él murió por nuestros pecados para que pudiéramos ser perdonados y nuestra relación con Dios restaurada. Esta es la buena noticia que estamos llama- dos a compartir con el mundo. Se nos dio el Espíritu Santo para ayudarnos a comunicar la verdad con denuedo. Pode- mos compartir con alegría y acción de gracias quién es Jesús y lo que Él hizo por nosotros, a medida que confiemos en el Espíritu Santo y le pidamos que nos guíe.

Aplica

¿Quién compartió primero las buenas nuevas del evangelio contigo? ¿Cómo te guía el Espíritu Santo a compartir el evangelio, y con quién?

Ora

Querido Jesús, gracias por el privilegio de compartir el evangelio. Fortaléceme para que no tema a la gente sino que proclame con valentía Tu nombre. Oro en Tu nombre, amén.


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