07 Feb
07Feb

1 Algo muy diferente pasó con un hombre llamado Ananías. Este hombre y su esposa, que se llamaba Safira, se pusieron de acuerdo y vendieron un terreno, 2 pero se quedaron con parte del dinero de la venta. El resto se lo entregaron a los após- toles. 3 Entonces Pedro le dijo a Ananías: —¿Por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que podrías engañar al Espíritu Santo, y te quedaste con parte del dinero. 4 Antes de vender el terreno, era todo tuyo y de tu esposa. Y cuando lo vendiste, todo el dinero también era de ustedes. ¿Por qué lo hiciste? No nos has mentido a nosotros, sino a Dios.5-6 Al oír esto, Ananías cayó muerto allí mismo. Entonces unos muchachos envol- vieron el cuerpo de Ananías y lo llevaron a enterrar. Y todos los que estaban en ese lugar sintieron mucho miedo.7 Como tres horas más tarde llegó Safira, sin saber lo que había pasado. 8 Entonces Pedro le preguntó: —Dime, ¿vendieron ustedes el terreno en este precio? —Así es —respondió ella—. Ése fue el precio. Entonces Pedro le dijo: 9 —¿Por qué se pusieron de acuerdo para engañar al Espíritu del Señor? Mira, ahí vienen los mucha- chos que acaban de enterrar a tu esposo, y ellos mismos te enterrarán a ti.10 Al instante, Safira cayó muerta, así que los muchachos entraron y se la llevaron para enterrarla junto a su esposo. 11 Todos los que pertenecían a la iglesia, y todos los que se enteraron de lo sucedido, sintieron mucho miedo.12 Por medio de los apóstoles, Dios seguía haciendo milagros y señales maravillo- sas entre la gente. Todos los días, los seguidores de Jesús se reunían en el Portón de Salomón, 13 y aunque los que no eran del grupo no se atrevían a acercarse, todo el mundo los respetaba y hablaba bien de ellos.14 Cada día se agregaban al grupo más hombres y mujeres que creían en Jesús. 15 La gente sacaba a los enfermos en camas y en camillas, y los ponía en las calles por donde Pedro iba a pasar, con la esperanza de que por lo menos su sombra cayera sobre alguno y lo sanara.16 Mucha gente de los pueblos cercanos a Jerusalén también llevaba enfermos y gente con espíritus malos, y todos eran sanados.

Observa

Ananías y Safira se quedan con una parte de las ganancias de la venta de su propiedad y ofrecen el resto a los apóstoles. Su corazón está lleno de engaño, aunque sus acciones parez- can generosas. Mienten, actuando como si no hubieran guardado nada para sí mismos. Mueren instantánea- mente por su deshonestidad. Un gran temor se apodera de toda la iglesia y de quienes se enteran. Mientras tan- to, los apóstoles realizan muchos mi- lagros y cada vez más personas creen en Jesús. Así, se forman multitudes, cuando la gente lleva enfermos y atormentados por espíritus malignos a los apóstoles, y todos son sanados.

Reflexiona

Ananías y Safira murieron porque mintieron so- bre el monto de su ofrenda, quizás motivados por el deseo de quedar bien frente a los demás. Esto nos recuerda que al Señor le importa más lo que está dentro de nuestro corazón que las apa- riencias. Pidámosle al Espíritu Santo que revele cualquier motivación pecaminosa que podamos tener y purifique nuestro corazón, para ofrecer nuestra vida entera en adoración gozosa al Señor.

Aplica

¿Has hecho buenas obras por interés propio? ¿Revisa si hay motivos impuros al servir al Señor?

Ora

Padre, confieso que muchas veces quiero que la gen- te piense bien de mí más de lo que te temo. Ayúda- me a amarte por encima de todo. En el nombre de Jesús, amén.

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