11 Estoy muy triste y desanimado porque ha sido destruida mi ciudad. ¡Ya no me quedan lágrimas! ¡Siento que me muero! Por las calles de Jerusalén veo morir a los recién nacidos.12 Tímidamente claman los niños: «¡Mamá, tengo hambre!»; luego van cerrando los ojos y mueren en las calles, en brazos de su madre.13 Incomparable eres tú, Jerusalén; ¿Qué más te puedo decir? ¿Qué puedo hacer para consolarte, bella ciudad de Jerusalén? Tus heridas son muy profundas; ¿quién podría sanarlas?14 Jamás te dijeron la verdad; los profetas te mintieron. Si no te hubieran engaña- do, ahora estarías a salvo. Pero te hicieron creer en mentiras y no señalaron tu maldad.15 «¿En dónde quedó la hermosura de la bella Jerusalén, la ciudad más alegre del mundo?» Eso preguntan al verte los que pasan por el camino, y se burlan de tu desgracia.16 Rabiosos están tus enemigos, y no dejan de hablar mal de ti. Gritan en son de victoria: «¡Llegó el día que habíamos esperado! ¡Hemos acabado con Jerusalén, y hemos vivido para contarlo!»17 Una vez, años atrás, Dios juró que te destruiría, y ha cumplido su palabra: te destruyó sin compasión, y permitió que tus enemigos te vencieran y te humillaran.
Observa
El autor está tan abrumado por el desastre que le sobrevino a Jerusa- lén que llora hasta el cansancio. Está atormentado y siente que su corazón se desbordó sobre el suelo. Fue testi- go de cosas horribles, como la muerte sin sentido de bebés y niños, y dirige la culpa a los falsos profetas. Tuvie- ron la intención de advertir a la gen- te sobre sus pecados, pero hablaron mentiras y los desviaron aún más. En medio de sus terribles circunstancias, el autor todavía confía en la Palabra de Dios. La destrucción que lo rodea es el cumplimiento de los planes de Dios, revelados hace mucho tiempo.
Reflexiona
Dios le habló hace mucho tiempo a Su pueblo a través de profetas que debieron comunicar Su Palabra con veracidad. Algunos lo hicieron, pero otros distorsionaron Su Palabra y llevaron al pue- blo al pecado. Afortunadamente, los cristianos de hoy tenemos un profeta perfecto al que po- demos considerar como el máximo cumplimien- to de la Palabra de Dios: ¡Jesucristo! También tenemos la Biblia a través de la cual aprendemos acerca de Jesús y todo lo que Él enseñó para vivir como pueblo de Dios.
Aplica
¿Qué aprendiste recientemente acerca de Dios de Su Palabra? ¿Cómo te comprometes para aprender más acerca de Dios con la Biblia?
Ora
Dios Padre, gracias por Jesucristo, el Verbo hecho car- ne. Por favor, ayúdame a conocerte cada vez más al estudiar la Biblia. En el nombre de Jesús, amén.